jueves, 8 de enero de 2015

El Metro, las mafias y algo más...

Desde el 14 de febrero de este año (2014) la mafia de Sindicato de la Alianza de Tranviarios de México, me envía a trabajar al Depósito de Aragón, éste se ubica en el norte de la Ciudad de México, más o menos a la altura de la Basílica de Guadalupe. Esta camarilla hizo esto para dañarme en todos los aspectos, actualmente vivó con mi papá en el sur de la Ciudad de México. Así que tengo que hacer una travesía de 1:30 hr de ida y 1:40 o 1:50 hr de regreso.


¿Por qué esta organización criminal hace esto? Por dos sencillas razones: Primero, Porque están acostumbrados a chingar a la gente para demostrarle a todos que ellos son los chingones. Y segundo, Creen que yo voy a pedirles composición o piedad y que todo quede en el olvido, pero saben qué, ni madres, esta pinche mafia tarde o temprano va a desaparecer y va a tener que rendir cuentas ante la ley de todas las atrocidades que ha hecho en “su empresa”.

Esta pinche mafia me cambio los días de trabajo y los días de descanso, descansaba sábado y domingo, y me los cambio a lunes y martes, posteriormente me los vuelven a cambiar de domingo y lunes. Esta chingadera de mafia hace lo que quiere porque según ellos: están muy bien con los de “arriba”.


Mi calvario es de martes a sábado con horario de 13:30 hrs a las 20:00 hrs. Mi peregrinar inicia en la Terminal de la línea 3 estación Universidad y termina en la estación Aragón o Boulevard Puerto Aéreo. Pues bien, inicio en la estación Universidad y si decido descender en la estación la estación la Raza, camino por el enorme pasillo de la “ciencia” el cual presenta, en el tramo “Bóveda Celeste” filtración de aguas residuales por una de las paredes, no se diga, cuando está lloviendo es un santo pachangón. Después abordó el convoy de la línea 5 con dirección a Pantitlan, me bajo en la estación Aragón. Esta línea presenta muchos problemas por los vendedores ambulantes y los chavos drogadictos que piden dinero a los usuarios. Algunos de estos chavos realizan, según ellos gimnasia y otros son unos faquir que se acuestas o giran sobre vidrios rotos.

Pero si estoy con poco animo en la estación Universidad mejor decido bajarme en la estación Balderas para transbordar a la línea 1 con dirección a Pantitlan, me bajó en la estación Boulevard  Puerto Aéreo y tomó el “pesero” que me lleva al trabajo.

Al salir de trabajar inicia mi “Viacrucis”, tomó un “pesero” que me lleve a la estación del metro Boulevard Puerto Aéreo y si no, me bajo en la calle de Cairo para llegar a la estación del Metro Aragón de aquí, dependiendo del estado de ánimo. Tomó el convoy con dirección a Pantitlan y me bajo en la estación Oceania para abordar el convoy con dirección Garivaldi me bajó en la estación San Lázaro para abordar el convoy que me llevé a la estación Balderas y de aquí directo has la terminal Universidad.


Como les comentaba líneas arriba si estoy en la estación Aragón y decido ir a la estación la Raza para transborda y abordar el convoy a la terminal Universidad. Tengo de nueva cuenta, que hacer la caminata del pasillo de la Ciencia que para esa hora de la noche en un buen tramo está “inundado” pero de vendedores que ofrecen sus servicios y productos al mejor postor.   

Tenía años que no usaba el Metro como lo he hecho en este año, en serio que bonita película de terror me estaba perdiendo. Dentro de los vagones hay lugares que están reservados para las personas de la tercera edad, discapacitados, mujeres con niños en brazos o mujeres embarazadas. Estos lugares son ocupados en su mayoría por mujeres que no entran en la categoría de reservado. Estas damiselas se aplastas en dichos lugares y ni madres que se levantan para darle el lugar a las personas indicadas. Incluso hay algunas viejas verijonas que ven con desprecio a los viejitos y viejitas y no se diga a las mujeres embarazadas. Muchas ocasiones me pregunto: que pedo con estas verijonas se aplastan como mierda y nadie las mueve de los lugares reservados.

Por la tremenda corrupción e impunidad que existe en el Metro el servicio es pésimo, los convoy se tardan muchísimo y esto a cualquiera lo pone de malas. En una ocasión, el convoy iba a reventar, íbamos apretados, peor que animales. Llegamos a la terminal Universidad apenas empezábamos a salir del convoy y los que estaban afuera del convoy comenzaron a meterse, empujando a los que salíamos. Un individuo aproximadamente de 1:80 metros de altura golpea en la cara a un estudiante éste era pequeño y delgado, se armó un santo desmadre.

Los vendedores son un desmadre causan demasiados problemas, molestan a los usuarios causándoles enojo y fastidio. Los peores vendedores son los que venden unos frascos para hacer burbujas, éstas son de un material que es muy difícil de quitar, mancha tus lentes y se quedan pegadas en tu ropa. Una usuaria de edad avanzada le dice, en una ocasión, a un vendedor que no echará las burbujas porque le iba ensuciar los lentes. El vendedor le echó a propósito las burbujas en la cara a la señora y ésta empezó a gritar diciendo que era un vago, malviviente, que estaba protegido por personal del Metro ésta gente como recibe sus mochadas (Dinero) dejan que estos vagos hagan lo que quieran.

Yo no sé a quién se le ocurrió la fabulosa idea de dejar subir a los convoy del Metro a los borrachines, éstos despiden unos olores fétidos. Te subes a un convoy donde vayan estas personas y el ambiente es super hediondo. Los pobres usuarios hacen todo lo posible por alegarse de estos individuos, y contienen la respiración para no vomitar.


El día más asqueroso de mi vida fue cuando subí al convoy del Metro en la estación Boulevard Puerto Aéreo dirección Tacubaya. Pensé espero llegar rápido a la estación Balderas y de ahí directo a la terminal Universidad. Me percate que había un olor nauseabundo en el vagón, al dirigir la mirada al final del convoy había lugares desocupados, me acerqué y sorpresa, habían cantado la guácara (Vomitada), pero cabrón. Era un reverendo desmadre estaba salpicado el piso y los asientos, al llegar a la estación Candelaria, entra una señora joven cargando a su bebé, no se da cuenta pisa la basca y se empieza hacer un gran batidillo. Como pudo la señora se cambió de lugar. En la estación Pino Suárez sube un extranjero de rasgos orientales, no se fija, y se sienta en el lugar que está salpicado de la basca, el pobre extranjero hizo una cara de terror al ver la vomitada.


Al llegar a la terminal Universidad, lo primero que pensé fue que poca madre de los bueyes que dirigen el Servicio de Transporte Colectivo Metro a los usuarios no les da un valor, un respeto y eso que la mayoría de esta pobre gente votó por los culeros perredistas. Es una tremenda burla lo que hacen estos ojetes con la pobre gente.

Para desligarme un poco de la realidad perversa del convoy Metro lo que hago para distraerme leo un buen libro, siempre y cuando vaya sentado.
Tururuuuuuuuuu..

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